domingo, 16 de febrero de 2025

Un mar de problemas.


Voluntarios limpiando chapapote en la playa tras el desastre del Prestige en 2002.


                                             
Todos hemos pasado por el sistema educativo alguna vez en la vida y todos hemos tenido contradicciones, dudas, quejas. Pero, ¿nos hemos parado a pensar realmente en los problemas de la "educación"? ¿Y en las posibles soluciones?

En este apartado quiero dar mi mirada sobre el sistema como estudiante de primero en el doble grado de Primaria y Pedagogía en la UCM. Con esta concreción quiero dar a entender que la opinión es cambiante y está condicionada por nuestras experiencias y el contexto que nos rodea. En la universidad se me presentarán diferentes problemas y espero poder crear alguna solución gracias al pensamiento racional, para lo que la universidad te prepara.

En la carrera, los maestros plantean muchos problemas, pero quizás nadie viene con las soluciones en la mano. Puede que no haya solución o que, directamente, el problema esté mal planteado. He topado con un texto potente que cuestiona el sistema educativo: La sociedad desescolarizada de Iván Illich (2010). En él, se plantea la pregunta de si el problema del sistema educativo está en su propia raíz, en su estructura, en los beneficiarios del mismo.

Y aquí es donde quiero traer mi reflexión. ¿Y si el problema no está solo en cómo navegamos, sino en el propio mar en el que nos movemos? Un mar que, como el de Galicia tras el desastre del Prestige, está manchado de petróleo. ¿Cómo se puede avanzar en un mar contaminado? ¿Cómo podemos aprender a surfear cuando cada movimiento nos llena de ese mismo petróleo que domina el mar e impide el aprendizaje?

Illich nos hace abrir los ojos, nos enfrenta a esa idea que no queremos oír, la escuela no solo enseña, sino que también oculta. Nos habla de un currículum oculto, de valores y normas que aceptamos sin cuestionar un sistema que no siempre premia el aprendizaje real, sino la adaptación a sus reglas. Plantea el problema de enfoque de la educación, y es que, realmente la educación no se basa en la escuela. Realmente es impactante la idea de que la institucion de la escuela propone un único modelo de aprendizaje, un solo camino que no todos podemos llegar a recorrer por nuestro contexto, pero que sin embargo todos aceptamos. Desescolarizar, en su visión, sería como limpiar ese mar de petróleo, aunque cueste, dejar que la educación sea libre. Pero, ¿realmente es posible? Podríamos acabar a la deriva, sin resultados.

Desde que nacemos hasta que morimos, todo está institucionalizado, y aunque estas parecen ser necesarias y ayudarnos, Illich dice que esto genera una "nueva pobreza", una dependencia de estructuras que nos dicen qué aprender, cómo hacerlo y cuándo es válido lo que sabemos. Nos hace preguntarnos si el problema está en el dinero que se invierte en la escuela o en cómo se usa. Nos acorrala con la idea de que es una incongruencia que la educación institucional sea la que intenta arreglar sus propios problemas. Y aquí es donde me surge la duda: ¿es posible mejorar el sistema desde dentro o es necesario un cambio radical? ¿Cómo limpiamos este mar sin destruir todo habita en él?

Las universidades están llenas de estudiantes que han tenido las oportunidades económicas para llegar hasta allí, sobre todo en las privadas. Si la educación pública quiere ser un espacio de igualdad, ¿por qué sigue perpetuando desigualdades desde la base? ¿Por qué algunos navegan con yates mientras otros apenas tienen un kayak? Sin embargo, ambos tienen la necesidad de llegar a las bateas, pero de antemano el mar sabe quién llegará primero y lucha porque así sea.

Siempre se habla de que hace falta más dinero para la educación, pero nunca parece suficiente. Mientras tanto, la formación profesional, que podría ser una vía alternativa para muchos, sigue recibiendo menos apoyo. Y es que el sistema premia el título certificado, pero ¿es la educación solo un título? ¿Acaso nuestras habilidades y conocimientos pueden reducirse a un papel? Tal vez el problema no sea la existencia de la escuela, sino lo que esta valora y cómo lo mide. Aunque es posible que este problema del que todos somos conocedores no convenga cambiarlo debido a la propia institución.

Se nos dice que fomentemos la creatividad, pero nos encierran en un sistema rutinario. Nos piden aprender a leer el mar sin dejarnos tocar el agua. Si seguimos navegando sin cuestionar, sin tratar de limpiar el petróleo que contamina nuestro océano educativo, ¿estamos avanzando o simplemente sobrevivimos en un entorno hostil?

No tengo respuestas definitivas, tampoco creo que las haya (de momento). Solo soy un estudiante que quiere cuestionar su entorno, que no quiere vivir cegado, que si quiere ir más allá, y que está convencido de que los problemas no se solucionan omitiendo su existencia. Quizás gracias a estos replanteamientos y trabajo reflexivo, algún día si que pueda aportar ideas para trabajarlas y llegar a una solución.

Hay algo que tengo claro, y es que, como ocurrió con el Prestige en Galicia,, la limpieza de este mar depende de todos. Si esperamos a que alguien más lo haga, si confiamos en que la solución vendrá de arriba, quizá nos quedemos esperando demasiado tiempo. Pero si empezamos a abrir los ojos y no tememos el que nos tachen de "locos" por decir que el mar esta negro, tal vez, poco a poco, podamos ver el agua clara otra vez. 


Illich, I. (2010). La sociedad desescolarizada (M. Á. López, Trad.). Ediciones Godot. (Trabajo original publicado en 1971)

20minutos. (2017). Voluntarios limpiando chapapote en la playa [Fotografía]. 20minutos. https://www.20minutos.es/fotos/actualidad/el-desastre-del-prestige-8961/9/


domingo, 2 de febrero de 2025

Presentación. Conceptualización de educación.


La educación como el mar. Introducción a la educación.



Quiero que mi primera aportación en el blog sea algo que me represente, para generar ese espacio de confianza en el grupo y, además, ofrecer un enfoque de la educación que quizás pueda aportar algo interesante a alguien de la clase o a cualquiera que se ofrezca a leer esto. El blog será ese espacio para conocernos y retroalimentarnos con las ideas de nuestros compañeros en este proceso de formación que estamos viviendo y que en ocasiones nos puede hacer dudar de si estamos o no en el lugar correcto, pero no debemos olvidar que estamos aquí para llegar a ser lo que realmente nos hace felices.

Por ello, os quiero mostrar una metáfora que llevo tiempo pensando y trabajando en mi mente, refleja mi forma de pensar y que, quizá, aporte un punto de vista más conceptual sobre la profesión de educador. Tal vez ayude a alguien a enfocar mejor el futuro que nos espera. No dejamos de ser estudiantes de primero, y creo que juntos debemos empezar a comprender y reflexionar, desde nuestra propia mirada, qué es realmente la educación.

Yo os muestro la mía y espero que pueda servir de ayuda. Además, así aprovecho para que me conozcáis mejor. Para ello, os contaré mi idea a través de una metáfora entre la educación y el mar, intentando aportaros un enfoque visual.


Para mi la educación es como el mar. Un lugar único, donde se puede encontrar calma y felicidad, pero que también merece respeto por la incertidumbre que genera. Puede ser tranquilo o volverse bravo, ponerte a prueba y hacer que todo parezca más difícil. Pero, si aprendes a entenderlo, a moverte en él, a aceptar lo desconocido y esa idea de que no siempre todo está bajo nuestro control, descubres que hasta los temporales tienen su encanto.

A mí me encanta el norte de España. Allí, cuando el mar se enfada, puedes llegar a disfrutarlo incluso más, solo tienes que encontrar tu sitio para mirar y aprender a verlo de otra manera. Los surfistas de Galicia lo saben bien. En las rías disfrutan la calma, pero son las grandes olas las que les han enseñado. Porque lo importante no es solo el momento de tranquilidad o la meta alcanzada, sino el proceso, el aprendizaje de cada ola que superas.

La educación es igual. No se trata solo de llegar a un destino, sino de lo que aprendemos en el camino. Todo esto se ve también reflejado en mi libro favorito, La Odisea, donde Ulises navega por mares impredecibles, llenos de desafíos y adaptándose a lo que encuentra. Su viaje no es perfecto, pero cada tormenta, cada desvío, cada isla a la que llega a parar le aporta algo. La enseñanza, como ese viaje, no consiste en evitar los temporales, sino en aprender a moverse en ellos, reinventarse y crecer.

Creo que cuando cumplimos un objetivo la felicidad es intensa, pero efímera. A veces, incluso, puede dejar un cierto vacío. Por eso, lo realmente valioso es el proceso, el camino, y no solo el logro. Si solo disfrutamos la recompensa, puede que acabemos sintiendo que hemos pasado por la vida sin haber aprendido ni disfrutado de verdad.

Aprender es navegar. A veces el mar es sereno, a veces es duro, pero si entendemos que cada ola, cada desvío, es parte del viaje, podremos disfrutarlo de verdad.










El fin de la ría. Combarro. Mirar la vida, mirar el mar.

Combarro, el fin de la ría de Pontevedra Mirar al mar, mirar la vida Combarro, donde la ría llega a su fin, donde el mar parece detenerse. L...