jueves, 8 de mayo de 2025

El fin de la ría. Combarro. Mirar la vida, mirar el mar.



Combarro, el fin de la ría de Pontevedra

Mirar al mar, mirar la vida

Combarro, donde la ría llega a su fin, donde el mar parece detenerse. Llega sin fuerza, como si sus olas hubieran gastado todo su energía en el viaje. Y sin embargo, describo este lugar como una oda a la vida. Calles empedradas y hórreos al borde del agua, Combarro transmite belleza. Aquí, donde el mar parece morir, la gente extrae lo mejor de él, pescado, historias, inspiración. Es un final que no es un final, porque Combarro también es un punto de partida. Cada día, barcos zarpan desde su puerto, listos para surcar nuevas rutas.
La educación, como el mar, tiene sus mareas y a veces llega con fuerza, a veces se calma. No todos navegamos sus aguas de la misma manera. Hay quienes encuentran su rumbo pronto, y otros que necesitan perderse un poco para descubrirlo. Pero lo importante no es cómo comienza el viaje, sino lo que aprendemos en él. La educación no es solo un destino, es un puerto seguro.

Al final, no importa desde qué puerto partes, ni el camino que decides tomar. Lo que cuenta es cómo eliges enfrentar las olas, cómo decides aprender de cada travesía. Y, sobre todo, con quién compartes el camino. Porque la vida son las personas que nos rodean, compañeros, maestros, amigos, esas personas son las que nos ayudan a encontrar el norte, a recordar que siempre hay una nueva ruta por explorar.

Desde Combarro, donde el mar descansa pero nunca termina, este blog se despide. Que cada lector encuentre su propio puerto, su propia manera de navegar.

Por mi parte, quizá algún día vuelva a zarpar en este barco que atraco en Combarro.

                                                                

 Fin.

La travesía de la Educación


El patrón Manuel Martínez al timón con sus marineros, de pesca por el Caribe.
Secretaría Xeral da Emigración y Consello da Cultura Galega.


Liderar para que todos lleguen a puerto

Durante el blog se han replanteado numerosas cuestiones relacionadas con la educación y en esta entrada cierro un capitulo. Para ello, hablare de mi visión sobre el profesional de la educación, sobre lo que espero proyectar en mi futuro. Como siempre, me inspiro en el mar, y es que el Atlántico me lleva a historias de comunidad. En un barco cada marinero tiene su tarea, pero todos comparten un mismo objetivo, el mas importante, llegar a puerto, volver a casa.
La educación es una travesía colectiva, donde el capitán no debería de imponer un destino, sino trazarlo junto a la tripulación, con humildad, voluntad y un corazón puesto en el crecimiento de todos. Hoy quiero reflexionar sobre el liderazgo en la educación, inspirándome en tres autores que replantean y agitan el estereotipo de líder donde mucha gente sigue viviendo, ellos son Peter Senge, Jim Collins y Fred Kofman. Al leer sus teorías y modelos, en ningún momento he podido entenderles como algo divisible, y quizás es un error, pero yo simplemente escribo mi mirada por si sirve de inspiración a alguien. No los puedo enfocar como autores de modelos separados, sino como faros que iluminan una misma ruta. También quiero detenerme a aterrizar estos modelos en nuestra sociedad actual y en la dificultad de soñar objetivos compartidos en un mundo que nos empuja al individualismo.

Modelos interconectados, mi propuesta.

Cuando aprendí la postura de Fredy Kofman y su liderazgo consciente, me llamó mucho la atención. Para él, liderar no es mandar, sino despertar en otros el compromiso con metas comunes, reflexionando juntos sobre qué vale la pena perseguir (Kofman, 2006). Al principio pensé que este era mi modelo ideal, pero luego, Jim Collins reflejó mi ideología respecto a los liderazgos, una ideología que emana de experiencias personales. Él demuestra que los mejores líderes no siempre son carismáticos, sino aquellos con voluntad y humildad, capaces de escuchar, rectificar y celebrar lo que cada persona aporta (Collins, 2001). Por su parte, Peter Senge me acercó a la combinación de modelos, pues él habla de las organizaciones que aprenden, comunidades donde estudiantes, docentes y directivos dialogan, se reinventan y crecen juntos (Senge, 1990). Este es un modelo muy desarrollado y que reúne varios comportamientos humanos para crear un liderazgo efectivo.
No veo tres modelos, sino un solo liderazgo educativo, uno que escucha, sirve, motiva y, sobre todo, se enorgullece de ver a los demás crecer.
Este líder es un capitán que rema con la tripulación, que se alegra cuando un marinero ata un nudo perfecto o propone una ruta mejor. Su mayor orgullo no es ser indispensable, sino hacerse a un lado, con una sonrisa, al ver que el barco navega fuerte y unido, gracias, en parte, a su gestión y su motivación.

Nunca me han gustado los “jefes” autoritarios, tampoco serlo. Pero sí he admirado a quienes, aún estando jerárquicamente por encima, me han inspirado respeto y cariño. Personas que me escuchan, que cuentan conmigo, que son un modelo cercano, no una figura distante. Ese es el líder que quiero ser como pedagogo, y el que necesitamos en las aulas, alguien que no imponga, sino que motive, que no mande, sino que acompañe y que no busque obediencia, sino admiración mutua. Así debemos ser con los niños, también entre adultos, porque un líder que no celebra los logros de sus compañeros con alegría sincera, que no reconoce un trabajo bien hecho con la motivación que eso despierta. ¿Cómo puede pedirles a sus alumnos que valoren los refuerzos positivos?


La pérdida del horizonte común
Liderar así es un desafío en el mundo de hoy. La sociedad, cada vez más autoexigente e individualista, parece haber olvidado el valor de los objetivos conjuntos. Como vimos en los problemas contemporáneos de la educación con la modernidad líquida de Bauman (2000) o la sociedad del cansancio de Han (2015), cuesta tener metas reales, y mucho más cuando implican un esfuerzo colectivo. Nos hemos acostumbrado a correr solos, a medir nuestro éxito en logros personales, en likes o en productividad. Es difícil hoy en día ver el valor de las tareas conjuntas y el enriquecimiento que las otras personas nos aportan. Nos cuesta incluso escuchar al otro en una conversación, pues antes de que acabe, ya estamos pensando en qué vamos a decir.
En este contexto, la educación debería ser el refugio donde recuperamos la comunidad. Pero a veces, hasta en las escuelas, reproducimos ese individualismo. Los estudiantes compiten por notas, los docentes trabajan aislados, los proyectos comunes se pierden en la rutina. ¿Dónde queda el sueño de navegar juntos? Como marineros en un barco, deberíamos recordar que el objetivo no es brillar individualmente, sino llegar al puerto, juntos, más fuertes, más sabios. La educación es esa salida al mar en comunidad, donde cada uno aporta su fuerza, pero el horizonte es compartido, el crecer, aprender y volver a casa transformados. Y para eso necesitamos líderes que no solo hablen de lo que es correcto, sino que vivan continuamente el proceso de mejora apoyándose de compañeros, que celebren con entusiasmo el esfuerzo de los demás, el progreso de un alumno, el sueño de una comunidad.

Una llamada al liderazgo con corazón.
Ser pedagogo, para mí, es ser capitán de un barco que no me pertenece, sino que nos pertenece a todos los que navegamos en él. Es asumir la responsabilidad de guiar, pero también de escuchar. Es tener la voluntad de Collins para no rendirse ante un temporal, la humildad para aprender de los errores, la conciencia de Kofman para cuestionar el rumbo y el sueño de Senge de hacer que todo el barco aprenda. Es celebrar cada pequeño triunfo con la alegría de quien sabe que el éxito es colectivo. Es inspirar respeto y admiración, no por una jerarquía, sino por ser un modelo cercano, alguien que motiva a otros a ser mejores.
Hoy, más que nunca, necesitamos líderes educativos que nos recuerden que el mar, la vida y el aprendizaje se recorren en comunidad. Que nos enseñen a mirar el horizonte juntos, a valorar lo que el otro aporta, a soñar metas que no solo nos hagan mejores personas, sino mejores compañeros de travesía. Porque, como los marineros que parten con la promesa de volver a casa, en la educación nuestro mayor éxito no es llegar solos, sino llegar juntos, con la certeza de que, en el camino, todos hemos crecido.




Referencias

Bauman, Z. (2000). Liquid modernity. Polity Press.
  • Collins, J. (2001). Good to great: Why some companies make the leap... and others don't. HarperBusiness.

  • Han, B.-C. (2015). The burnout society. Stanford University Press.

  • Kofman, F. (2006). La empresa consciente: Cómo construir valor a través de valores. Ediciones Granica

  • Secretaría Xeral da Emigración & Consello da Cultura Galega. (2022, noviembre 24). Un día de trabajo: el patrón Manuel Martínez al timón con sus marineros, de pesca por el Caribe [Fotografía]. GaliciaAberta. https://emigracion.xunta.gal/es/actualidad/noticia/especial-historias-ida-e-volta-noviembre-documenta-la-emigracion-marineros

    Senge, P. M. (1990). The fifth discipline: The art and practice of the learning organization. Doubleday.

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