Carta Náutica
En ella se indican las profundidades del mar y un prolijo detalle de la configuración marítima, de modo que permita a los buques o embarcaciones navegar sorteando los peligros. Debe señalar, además, los objetos naturales y artificiales fijos en tierra, visibles desde el mar, que puedan servir de referencia al navegante para orientarse y trazar rumbos. Por ello, debe ser ideada y diseñada con la mayor precisión posible, incluyendo todos los detalles útiles al marino en cualquier circunstancia previsible.
La educación ha sido, a lo largo de la historia, un reflejo de la sociedad. En tiempos de represión, se ha buscado domesticar, inculcar obediencia y cortar las alas. Sin embargo, la educación también puede ser un faro de libertad, un viento que impulse a los alumnos a descubrirse a sí mismos.
Si el currículo educativo se concibe como un marco rígido y limitador, estaremos condenando a la educación. Pero si lo entendemos como una carta náutica, una guía que orienta sin limitar nuestros movimientos, entonces el aula se convierte en un barco que avanza libre hacia el conocimiento.
No basta con hablar de libertad en la educación, hay que vivirla y practicarla. Solo cuando los alumnos puedan levantar la vista y decidir su rumbo, podremos decir que la educación realmente los prepara para la vida y que no es "otro ladrillo en la pared".
Una carta náutica, al igual que una ley educativa, no es un camino fijo, sino una guía. Indica lo que se debe tener en cuenta al navegar, pero no dicta cómo avanzar ni cómo navegar. Porque el mar, como la educación, es impredecible.
La educación, al igual que la navegación, no es un viaje sin rumbo. La LOMLOE es una de esas cartas náuticas que marcan las rutas más seguras. La normativa es adaptable, nos enfrenta a innumerables retos y, en muchos casos, se ha impuesto sin contar con los tripulantes del barco. Naturalmente, tiene sus limitaciones, pero ¿de qué sirve lamentarse? Debemos adaptarnos, crear y poner en práctica situaciones de aprendizaje significativas. Seguir avanzando en el mar a pesar de sus complicaciones.
Para ello, necesitamos la astucia y valentía del marinero, la intuición del capitán y la voluntad de la tripulación. En educación, necesitamos el compromiso de todos los órganos de gobierno. Es esencial contar con un equipo directivo cercano, dispuesto a escuchar las necesidades del centro. Un consejo escolar con verdadera voluntad de cuestionar desde el respeto, colaborar y aportar, en lugar de adoptar un papel estático dentro de la organización. Y, por supuesto, un claustro de profesores valientes, dispuestos a darlo todo por avanzar y cumplir objetivos, con capacidad de reinventarse cada día y demostrar lo hermoso que es ejercer esta profesión.
Debemos replantearnos muchas cuestiones. Intento que estos escritos del blog sean una aportación, que ayuden a dar voz al pensamiento de los futuros maestros. Estoy seguro de que, con concienciación y energía hacia la docencia y la pedagogía, nos esperan grandes cambios. Y aunque el futuro es incierto, en parte lo construimos día a día.
Después de reflexionar sobre la LOMLOE y la estructura interna de los centros educativos, y sobre cómo todo debe engranar correctamente, planteo una pregunta:
¿Alguna vez nos hemos detenido a mirar el mar? Es decir, la vida.
En La lengua de las mariposas, Don Gregorio, el maestro, se dirige a sus alumnos con una pregunta sencilla: "¿Os gusta la naturaleza?" Pero los niños, sorprendidos, no saben qué responder. No se lo han planteado. Entonces, el maestro los saca del aula, los lleva al campo, les muestra el mundo con sus propias manos. Porque aprender no es solo memorizar, es experimentar, sentir, maravillarse.
Machado (1917) en su poema Escuela, nos habla de esa misma educación que encierra en cuatro paredes la imaginación de los niños:
"Una tarde parda y fría
de invierno. Los colegiales
estudian. Monotonía
de lluvia tras los cristales."
La lluvia tras los cristales, la monotonía, el aula cerrada. Es la imagen de una educación que repite esquemas, que encierra en lugar de abrir caminos. Pero ¿es eso lo que queremos?
Mirar el mar es mirar la educación y darnos cuenta de que debe ser algo vivo y cambiante. No podemos seguir creyendo que aprender es simplemente reproducir información. Hay que abrir ventanas, salir al campo, despertar la curiosidad.
"La libertad estimula el espíritu de los hombres fuertes."
Referencias